miércoles, 6 de abril de 2011

El día que el agua podía recordar



            “El agua en Santiago sabe horrible, es una mezcla a tierra y cloro”. He escuchado eso de varias personas que no han crecido bebiendo el agua que sale de las cañerías Santiaguinas. Pero es agua. Más o menos pura. Aunque no siempre fue asi.

En Junio de 1988 la revista Nature, una de las publicaciones científicas más prestigiosas del mundo, publicó un artículo que dejó atónitos a sus lectores. El título del trabajo era "Human basophil degranulation triggered by very dilute antiserum against IgE" y fue acompañado de una extraña nota editorial, firmada por el editor en jefe de Nature, el físico John Maddox. La nota se titulaba "Cuando creer lo increíble" y recomendaba leer el artículo con prudencia, explicando además que se había pedido la confirmación de los resultados a cuatro laboratorios independientes. Además, un grupo de investigadores visitaría el laboratorio de Jacques Benveniste, el científico responsable del artículo ¿Qué era lo que decía el artículo de Benveniste que causó tanto revuelo? En palabras sencillas, los hallazgos del grupo de Benveniste indicaban que el agua podía recordar lo que había estado disuelto en ella.

La estrategia experimental del grupo de Benveniste era sencilla: exponer un tipo de células (basófilos) a un anticuerpo; cuando eso ocurre las células responden a la presencia del anticuerpo activando la exocitosis de los gránulos de secreción, efecto conocido como desgranulación, una respuesta fácilmente observable al microscopio. Luego, tomaron la disolución de anticuerpo y comenzaron a diluirla en agua. La diluyeron hasta el punto en que no quedaba ninguna molécula de anticuerpo presente. Y luego siguieron diluyendo. Esa “disolución”, en la que hace rato no había moléculas de anticuerpo, logró desgranular a los basófilos. La explicación de Benveniste fue que el agua podía recordar que el anticuerpo había estado disuelto en ella y de alguna manera este recuerdo molecular era capaz de activar una respuesta biológica.  Benveniste comparó este efecto a sumergir las llaves del auto en un río y, kilómetros río abajo, arrancar el auto usando unas gotas del agua de río. Decenas de cartas firmadas por iracundos científicos llegaron a Nature, indignados por la publicación del artículo. Rápidamente se solicitó que grupos independientes trataran de repetir los resultados del grupo de Benveniste. Lo más insólito: John Maddox quería ir personalmente al laboratorio de Benveniste a ver como hacían los experimentos.

John Maddox no llegó sólo. Se hizo acompañar por el químico Walter Stewart (especialista en fraudes científicos) y por James Randi, un mago experto en prestidigitación y conocido escéptico. La misión del grupo era confirmar algo que ya se especulaba: había fraude. Se programaron experimentos dobles-ciegos: la persona que hace el experimento desconoce cual muestra está analizando, las que son codificadas. Para aumentar la tensión, las claves para descodificar las muestras se pusieron en un sobre pegado al cielo del laboratorio de Benveniste. Tanto los experimentos realizados durante esta visita como los realizados por cuatro laboratorios independientes fueron negativos: jamás se observó el efecto descrito por Benveniste y el artículo fue retractado por la revista.

Benveniste escribió airadas cartas de descargo que fueron publicadas por Nature. Consideraba que había recibido un mal trato, que la visita del “grupo de inquisidores de la ciencia”, como llamó a Maddox, Stewart y Randi, había entorpecido el trabajo de su grupo. Por otro lado, se cuestionó que los sueldos de algunos investigadores del grupo de Benveniste fueran pagados por una compañía de homeopatía. Esto, ya que los resultados obtenidos por Benveniste otorgaban una base científica a la homeopatía.

A pesar del rechazo generalizado de sus teorías por parte de la comunidad científica, Benveniste insistió en sus extraños experimentos. Logró, por ejemplo, transmitir por vía telefónica un estímulo biológico, estableciendo las bases de lo que él llamo “Biología Digital”. El Departamento de Defensa de los Estados Unidos financió una investigación para confirmar los datos de Benveniste y puso a cargo de esta investigación a un experto en medicinas alternativas, debido a las implicancias de los resultados de Benveniste para la homeopatía. Durante este proceso sólo se obtuvieron resultados negativos, excepto cuando los experimentos fueron realizados por una persona en particular del equipo de Benveniste.

Jacques Benveniste murió el 3 de Octubre de 2004 en París. La única explicación formal para sus resultados era que el agua generaba una especie de jaula molecular estabilizada por puentes de hidrógeno y que esta estructura permanecía inalterable luego de eliminar el soluto, imitando la estructura molecular de éste. Sin embargo, el año 2005 se determinó que la dinámica de los puentes de hidrógeno hace que se pierda cualquier correlación persistente entre moléculas de agua en 50 millonésimas de nanosegundo. Ese fue el golpe de gracia definitivo para las teorías de Benveniste.

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