domingo, 25 de septiembre de 2011

Inmortal


Henrietta Lacks murió, oficialmente, el 4 de Octubre de 1951 a la edad de 31 años. Está sepultada en el estado de Virginia, Estados Unidos, en una tumba que durante varias décadas no tuvo lápida, cerca de donde está enterrada su madre. Sin embrago, una parte de Henrietta está viva aún. Y no me refiero a la idea romántica de que vive a través de sus hijos. De verdad una parte de ella sigue viva, creciendo en placas de cultivo en cientos de laboratorios alrededor del mundo.

Henrietta Lacks tenía 30 años cuando una mañana de 1950 sintió un bulto en su abdomen. Pensando que podría estar embarazada, acudido al Hospital Johns Hopkins, uno de los pocos Hospitales que por esa época atendía a afro-americanos. Los médicos confirmaron las sospechas de Henrietta, quien estaba embarazada de su quinto hijo. Sin embargo, luego del parto, Henrietta no se sentía bien y el bulto en su abdomen seguía ahí. Acudió nuevamente al Hospital y esta vez el diagnóstico fue diferente: Henrietta tenía cáncer cérvico-uterino y el bulto que sentía era el tumor creciendo en su cuerpo.

Los médicos tomaron muestras de tejido sano y enfermo. Usando un aparato especial le introdujeron partículas de radio para efectuar un tratamiento por radiación local. El día 8 de febrero de 1951, al retirar estas partículas, los médicos tomaron nuevamente muestras de las células cancerosas de Henrietta, sin su consentimiento.

Estas células terminaron en manos del Dr. George Otto Gey, quien en 1950 había implementado un laboratorio para cultivo de tejidos y células en el Hospital Johns Hopkins. La experiencia indicaba que las células en cultivo sobrevivían poco tiempo y luego de algunos días dejaban de dividirse y morían. De hecho, los investigadores se pasaban más tiempo tratando de mantener vivas a las células que haciendo investigación con ellas. Sin embargo, algunas células del tumor de Henrietta Lacks hacían algo asombroso: no morían. Si se traspasaban de manera frecuente a un nuevo recipiente de cultivo, estas células seguían dividiéndose. Eran inmortales. Algo nunca antes visto.

George Gey logró aislar una de estas células y la cultivó en el laboratorio, dando inicio a una línea celular: un grupo de células en cultivo derivadas de una única célula del tumor de Henrietta. Llamó a esta línea celular HeLa, por las iniciales del nombre de Henrietta.

El Dr. Gey comenzó a compartir las células HeLa con otros colegas. La posibilidad de crecer células humanas en cultivo de manera permanente abría fantásticas probabilidades para un sinfín de áreas. De hecho, pronto el uso de estas células permitió realizar los ensayos clínicos de la primera vacuna para prevenir la poliomielitis. Se estima que se han generado unas 60.000 publicaciones científicas en las que estas células han sido usadas, dando cuenta de una masa de 20.000 toneladas de células crecidas alrededor del mundo. También, 11.000 patentes han sido otorgadas para su uso comercial.

Izquierda: Una de las pocas fotografías que existen de Henrietta Lacks, tomada entre 1945 y 1950. Derecha: Células HeLa en culitvo.



En los años 70s, investigadores médicos contactaron a los familiares de Henrietta para solicitarles muestras de sangre y tratar de entender que era lo que hacía tan especial a las células HeLa. Fue así como sus hijos se enteraron que las muestras tomadas a su madre estaban siendo usadas desde hace más de 20 años, sin que nadie en su familia lo supiera. Esto abrió un fuerte debate ético respecto al uso comercial de muestras de tejido extraídas de un paciente sin su consentimiento, más aún tratándose de una persona afro-americana y pobre, en un época en la que en los Estados Unidos existía una fuerte segregación racial.

Con el tiempo, el reconocimiento póstumo del aporte de Henrietta a la investigación científica se hizo público. A fines de mayo del 2010 una lápida fue puesta en su tumba, donada por el Dr. Roland Pattillo, quien después de leer la historia de Henrietta quiso hacer un aporte a su memoria y reconocimiento público. En la lápida dice: “Henrietta Lacks, Agosto 01, 1920 - Octubre 04, 1951. En memoria de una mujer fenomenal, esposa y madre, quien tocó la vida de muchos. Aquí yace Henrietta Lacks (HeLa). Sus células inmortales continuarán ayudando a la humanidad por siempre”.

De manera paradójica, el Dr. Gey murió también de cáncer. Durante una cirugía exploratoria pidió que tomaran muestras de su tumor para poder crecer una línea celular derivada de él, pero los cirujanos no lo hicieron, lo que enfureció a Gey.

Después de todo, la inmortalidad está reservada para unos pocos.

miércoles, 24 de agosto de 2011

El Agente Naranja


La semana pasada participé en un debate acerca de cultivos transgénicos con un agricultor orgánico. Evidentemente su postura era contraria a los cultivos transgénicos (y a favor de los cultivos orgánicos) y la mía a favor de los cultivos transgénicos.

Más allá de las diferencias evidentes en la percepción de los cultivos transgénicos entre nosotros, me encontré con un hecho que previamente había detectado en foros y discusiones con grupos anti-transgénicos de diferentes partes del mundo: el uso de información tomada de Internet sin ninguna confirmación de las fuentes. Se citaron Blogs, páginas web y videos en YouTube. El único trabajo que me pareció era un paper resultó ser una publicación sin peer review en un boletín ecológico, como pude confirmar más tarde.

Sin embargo, hubo algo que se me pasó por alto y quisiera mencionarlo ahora. En un momento de la discusión llegamos al Glifosato y el Agente Naranja. Mi contraparte aseguró que el glifosato (el herbicida usado en los cultivos de soya transgénica) era lo mismo que el Agente Naranja, una sustancia nefasta que produjo garves daños a la salud de soldados y civiles durante la guerra de Vietnam. Cuando le hice notar que sus estructuras químicas eran diferentes, la respuesta que obtuve fue: “pero es una diferencia mínima”. Yo sabía que no era así, pero en ese momento la seguridad con la que me contestó generó una sensación de empate en los asistentes. No había razón de peso para creerme a mí o a él. Empate. Pero yo sabía que tenía la razón, por lo que en realidad, yo perdí. Bueno, quiero mostrar ahora que el Glifosato no tiene nada que ver con el Agente Naranja.

El Agente Naranja es parte del Plan Ranch Hand, llevado a cabo por los militares de EEUU durante la guerra de Vietnam, entre 1961 y 1971. Este plan consistía en rociar la selva de Vietnam con diferentes mezclas de herbicidas, conocidos en su conjunto como Herbicidas Arcoíris. Agentes Verde, Púrpura, Rosado, Blanco, Azul y Naranja tomaron su nombre de una franja de color que se pintaba en los tambores que contenían la mezcla de herbicidas. De estos, el Agente Naranja fue por lejos el más usado. La idea del plan era eliminar parte importante de la espesa selva Vietnamita, clave para proveer camuflaje y alimento a las fuerzas del Viet Cong.

El Agente Naranja correspondía a una mezcla 50:50 de dos herbicidas muy conocidos: el ácido 2, 4-diclofenoxiacético (2, 4-D) y el ácido 2, 4, 5-triclorofenoxiacético (2, 4, 5-T). Como pueden ver en la figura, ambos herbicidas son muy parecidos desde el punto de vista de su estructura. Es más, su mecanismo de acción es similar y afectan principalmente a plantas dicotiledóneas (y no monocotiledóneas), por lo que el 2, 4-D es un herbicida muy efectivo para mantener sin malezas cultivos de arroz, trigo o maíz. De hecho, el 2, 4-D es el herbicida más usado en el mundo.
Estudios de toxicidad en ratones, ratas y humanos muestran que ambos son poco tóxicos. La dosis letal 50 (es decir, la dosis aguda que mata a la mitad de las ratas/ratones en estudios de toxicidad) es de 639 mg/kilo para el 2, 4-D. En humanos, dosis de 5 y 30 mg/kilo de peso no produjeron ningún efecto en voluntarios. En el caso del 2, 4, 5-T, la dosis letal 50 es de 389 mg/kilo en ratones y 500 mg/kilo en ratas. Es decir, pueden considerarse ambos como poco tóxicos y seguros.

Arriba: Se muestran las estructuras del 2, 4-D (ácido 2, 4-diclorofenoxiacético) y del 2, 4, 5-T (ácido 2, 4, 5-triclorofenoxiacético), ambos componentes por partes iguales del Agente Naranja. Abajo: Se muestran las estructuras del 2, 3, 7, 8-TCDD (2, 3, 7, 8-tetraclorodbenzodioxina) y de la n-fosfonometilglicina (Glifosato). Código de color: Negro=Carbono, Blanco=Hidrógeno, Rojo=Oxígeno, Verde=Cloro, Azul=Nitrógeno, Naranjo=Fósforo,



Sin embargo, la aplicación del Agente Naranja tuvo terribles consecuencias para los habitantes de Vietnam: casi un millón de personas fueron afectadas, la mitad muertos y el resto con severos daños físicos, de carácter permanente.

¿cómo es posible que una sustancia en teoría inocua cause tan nefastos efectos?

Resulta que con la urgencia de la guerra, nadie se percató que durante el proceso de síntesis del 2, 4, 5-T se producía un producto no deseado en grandes cantidades (60 partes por millón): 2, 3, 7, 8-tetracloro dibenzodioxina (2, 3, 7, 8-TCDD), una sustancia tremendamente tóxica para los humanos. Como pueden ver en la figura, la estructura del 2, 3, 7, 8-TCDD corresponde a una condensación entre dos moléculas parciales de 2, 4, 5-T, que es producido cuando la temperatura en las plantas de síntesis es alta.

Ahora, miren la estructura del glifosato, puesta al lado derecho del 2, 3, 7, 8-TCDD ¡No se parecen en nada! No solo la estructura no tiene ninguna relación, tampoco las fórmulas químicas se parecen: el 2, 3, 7, 8-TCDD tiene la formula C12H4Cl4O2 y el Glifosato es C3H8NO5P. No es, como declaró tan seguro mi contraparte, “una diferencia mínima”. El glifosato no tiene ninguna relación química ni toxicológica con el Agente Naranja.

Durante la guerra de Vietnam los militares de EEUU aplicaron más de 6.000 veces el Agente Naranja sobre la selva. En el transcurso de los años los terribles efectos comenzaron a aparecer en la población.

Actualmente la síntesis y venta del 2, 4, 5-T esta restringida por la Convención de Rotterdam. La Agencia de Protección Medioambiental de EEUU (EPA) ha prohibido totalmente todos los usos del 2, 4, 5-T desde 1985, debido al riesgo de contaminación que existe con la dioxina. Sin embrago, los nefastos daños en la población de Vietnam por su uso durante la guerra persistirán por muchos años.

jueves, 11 de agosto de 2011

¿Más sano que una lechuga?



Uno de los aspectos más controversiales de los cultivos transgénicos tiene que ver con los posibles daños a la salud humana. Como son considerados alimentos “no-naturales” se cree que pueden acarrear algún peligro para la salud: producir alergias, daño renal y hepático o incluso causar la muerte, como nos lo ha contado nuestro buen amigo Jeffrey Smith (si no sabe de que hablo, lea el post “Superman al rescate”)

Considerando esto, quiero hacer varios alcances:

1) El mito de los alimentos naturales: Los cultivos que comemos actualmente, como trigo, maíz, frutillas, lechuga, zanahorias, manzanas, tomates y un largo etc., nunca existieron en la naturaleza. Efectivamente, estos cultivos han sido creados por el hombre a través de un proceso que se conoce como “mejoramiento genético”. Por ejemplo, el trigo común (Triticum eastivum) es un monstruo alohexaploide. Eso quiere decir que tiene tres genomas diploides ¡de tres padres diferentes!

Arriba: lechuga, zanahoria y maíz silvestres. Abajo se muestran las variedades cultivadas
2) Los vegetales son alimentos seguros: No quiero ser alarmista, pero el Dr. Bruce Ames (creador del test de Ames, usado para identificar sustancias cancerígenas) e investigador de la Universidad de California en Berkeley (USA) publicó en 1990 un artículo titulado “Pesticidas en la dieta (99.99% naturales)” (Proc. Natl. Acad. Sci USA 87: 7777-81, 1990). En su artículo, el Dr. Ames señala que de 1.052 compuestos evaluados en al menos una especie animal en test crónicos de cáncer, solo 52 correspondían a compuestos que las plantas producen de manera natural. O sea, se han estudiado muy pocos. De esos 52 compuestos derivados de las plantas, 27 resultaron cancerígenos. Y ojo, no estoy hablando de plantas exóticas que crecen en la selva Amazónica: manzana, damasco, plátano, albahaca, brócoli, coliflor, apio, zanahoria, café, uva, lechuga, rábano, mango, hongos, peras, duraznos, pimienta, papa, semillas de sésamo, tomate…para que seguir. Evidentemente, estos datos hay que interpretarlos con precaución. No implica que la exposición alimenticia a estos compuestos produzca necesariamente cáncer en humanos: de hecho, una dieta rica en frutas y verduras ha sido asociada con bajas tasas de cáncer. Esto, probablemente debido a la acción anti-cancerígena de las vitaminas y anti-oxidantes derivados de las plantas. Lo que es importante de este análisis es que los resultados de los ensayos de exposición a cancerígenos naturales en ratones cambia la visión respecto a ensayos similares con pesticidas sintéticos, a los que estamos expuestos a menores niveles.

3) Nadie sabe si los alimentos transgénicos son seguros: Los vegetales genéticamente modificados deben ser los alimentos más estudiados en la historia de la humanidad. En este punto hay que señalar que en 1993, la Organización de Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE) introdujo el concepto de equivalencia sustancial en el examen de la evaluación de la seguridad de los alimentos transgénicos u obtenidos de organismos modificados genéticamente, y son numerosos los países que lo han aceptado. Este principio establece que las plantas modificadas genéticamente (o los alimentos derivados de ellas) son equivalentes a sus homólogos tradicionales y se pueden tratar de la misma manera que éstos con respecto a la inocuidad. Es importante aclarar que el establecimiento de la equivalencia sustancial no es como tal una evaluación de la inocuidad, si no que establece una pauta de evaluación. Así, si alguien genera un tomate transgénico que expresa una proteína de bacteria, se debe evaluar la composición química del tomate transgénico: contenido de proteínas, minerales, grasas, fibra y antinutrientes (como el ácido fítico, que impide la absorción de varios minerales). Si el tomate transgénicos es similar en su composición química al tomate silvestre que se usó para hacer el transgénico, se dice que son sustancialmente equivalentes. Excepto por una cosa: la proteína de la bacteria que expresa el tomate transgénico. Como estas proteínas son nuevas en la dieta, deben ser evaluadas para demostrar que sean digeribles, no tóxicas y no alergénicas. Para esto, se hacen ensayos con animales de laboratorio (ratones, ratas, pollos). Sin embargo, debido a que estas proteínas se producen en bajas cantidades (y no se puede alimentar ratones sólo con tomate), lo que se hace es purificar la proteína y se le da a ratas como suplemento en la dieta para demostrar que esta nueva proteína es segura de comer. Nada de esto se hace con ningún otro alimento. A modo de ejemplo, se han descrito variedades de papa y apio obtenidas por mejoramiento convencional que producían cantidades enormes de solanina y psolareno, ambos compuestos muy tóxicos. Afortunadamente, se detectó esta anomalía antes de que estos productos llegaran al mercado (en el caso del apio, debido a las severas quemaduras que sufrieron quienes lo cosecharon).

4) Hay trabajos científicos que muestran que los transgénicos son peligrosos: No existe un solo trabajo científico que muestre que los transgénicos con peligrosos para la salud animal o humana. Así de sencillo. El investigador francés Gilles Seralini es un reconocido anti-transgénico y ha publicado varios trabajos donde, según él, muestra los peligros de los transgénicos. En efecto, publicó hace algunos años un trabajo donde establecía que el maíz Bt MON810 (que expresa la proteína Cry1Ab) era dañino para los animales de laboratorio. Sin embargo, este trabajo NO es experimental: Seralini re-analizó datos existentes y aplicó test estadísticos tan extremos que logró ver diferencias que no se encontraron en el trabajo original. La EFSA (European Food Safety Authority) estableció que el trabajo de Seralini manipulaba los datos más allá de lo razonable y desestimó sus resultados. Otro ejemplo: hace poco apareció un trabajo donde se mostraba que el glifosato, el herbicida usado en las plantas de soya RR, producía alteraciones en un embrión en desarrollo cuando era inyectado en él. No hay que ser científico para pensar que pasaría si nos ponemos a inyectar Coca-Cola, agua de mar, jugo de tomate o sencillamente agua destilada en un embrión: le causa severos daños o incluso lo mata. Según la lógica de este grupo, hay que prohibir casi todo lo que comemos o tomamos (¿quién diablos le va a inyectar Coca-Cola en el útero a una mujer embarazada?)
Finalmente, este año se publicó un artículo que señalaba que un altísimo porcentaje de mujeres embarazadas de un pueblo en Canadá tenía en su sangre proteína Cry1Ab. Es más, lograron detectar la proteína en el cordón umbilical. Cundió el pánico y el terror, pero nadie sabia muy bien por que. De partida ¿De donde viene la proteína Cry1Ab en estas mujeres? No existe maíz dulce transgénico (ese que uno puede hervir y comer con mantequilla). El maíz Bt se usa para alimentar ganado o en alimentos procesados, como hojuelas. El 8% del maíz es proteína y, de esta, el 0,33% es Cry1Ab en el maíz transgénico. Una hojuela de maíz es 89% maíz, así que para alcanzar los valores plasmáticos descritos en el trabajo, las mujeres analizadas debieron haber consumido en los días previos al estudio varios kilos de hojuelas al día. Además, se usó una técnica no evaluada y muy poco apropiada, que entre otras cosas no permite tener la certeza de que se está identificando la proteína Cry1Ab. El estudio carece de toda lógica y sin embargo, está publicado. Y por cierto, Seralini es asesor científico de una compañía farmacéutica que vende un antídoto para contrarrestar los efectos nocivos de los transgénicos ¡Todo calza, pollo!

miércoles, 18 de mayo de 2011

Entendiendo la UPOV91


        Imagina que vas caminando por la vega, la feria o el supermercado y te topas con el inconfundible aroma de las frutillas. Rojas, grandes, fragantes, firmes…irresistibles. Bueno, esa frutilla que todos conocemos no existió jamás en la naturaleza ¿de donde salió, entonces? Es fruto del azar. La frutilla en la que están pensando se llama Fragaria x ananasa y es el resultado del cruce accidental entre dos variedades diferentes de frutillas: la Fragaria virginiana y la Fragaria chiloensis. La Fragaria virginiana es oriunda de américa del norte; es una frutilla muy pequeña, roja y de rico sabor. La Fragaria chiloensis es Chilena; es una frutilla grande, fragante y blanca. Ambas tienen cosas buenas y malas. Si bien la F. virginiana es roja y rica de sabor, es muy pequeña. La F. chiloensis por otro lado es grande, pero su color blanco es poco atractivo y cuando se saca de la mata se pone muy blanda rápidamente. En el siglo XVIII se obtuvo una mezcla de ambas por un cruce accidental entre ellas. La resultante es la Fragaria x ananasa, que por esas cosas de la genética posee lo mejor de las dos: es grande, roja, fragante, de buen sabor y firme. Perfecta. Este proceso, conocido como breeding, es la base de la alimentación humana. Muchas de las frutas y verduras que comemos hoy nunca existieron en la naturaleza. Zanahorias, lechugas, maíz, trigo y otras han sido mejoradas desde hace cientos de años, haciendo cruces dirigidos y seleccionando individuos.

            Este proceso de cruce y selección se conoce con el nombre de mejoramiento genético. Hay genes que son responsables de muchos de los caracteres fenotípicos interesantes que podemos encontrar: si logramos mezclar esos genes en un solo individuo, lo mejoraremos. Es como jugar a las cartas, con varias barajas, y tratar de obtener un poker de ases. Difícil, largo, complejo y costoso.

            Las personas que se dedican a esto se llaman mejoradores o breeders. Gracias a ellos y a programas de mejoramiento como el que tiene el INIA (Instituto Nacional de Investigaciones Agropecuarias) para el trigo, la producción por hectárea en Chile se ha cuadruplicado. Sin el mejoramiento genético la agricultura estaría en la prehistoria.

            Sin embargo, debido a los ciclos reproductivos de algunas plantas, particularmente de los árboles, hacer o crear una nueva variedad y ponerla a punto puede tomar entre 10 a 20 años. Es una cantidad enorme de tiempo y dinero invertido en ello. Como la variedad creada trae grandes beneficios, es esencial que siga habiendo mejoramiento y se sigan creando nuevas variedades. Para incentivar el mejoramiento y la generación de variedades se creó en 1961 la UPOV, un organismo intergubernamental con sede en Ginebra que busca proteger el patrimonio intelectual de los breeders.
UPOV quiere decir Unión para la Protección de las Obtenciones Vegetales y es un organismo que proporciona un marco legal para que los países otorguen derechos de autor sobre las variedades creadas. Por ejemplo, si yo creo una variedad nueva de alcachofa la puedo proteger y durante un período de 20 años soy dueño de mi invención. Puedo obtener de manera exclusiva los beneficios económicos de ella: vendo las semillas sólo yo y todos me la deben comprar a mi. Nadie puede propagar el material vegetal sin mi permio, ya que es mi invención: esa variedad no existe en la naturaleza. Si alguien usa la variedad previamente existente no me tiene que pagar.

Para certificar que es una variedad que pueda ser protegida, el breeder debe demostrar que su variedad es NUEVA, DIFERENTE, HOMOGENEA y ESTABLE. Hay que aclarar que VARIEDAD no es un descubrimiento o una planta nativa o autóctona: una variedad se obtiene de una mutación, una cruza u otro evento genético, como la transgenia. No se considera variedad a una planta silvestre. Para que sea nueva, además, no tiene que haber sido vendida por el breeder antes de un año de presentar la solicitud, debe ser diferente a las plantas del mismo tipo que ya existen, las plantas derivadas de ellas deben ser parecidas (homogéneas) y el rasgo que las hace diferente del resto debe ser estable en el tiempo y con el paso de las generaciones. En Chile, el SAG se encarga de certificar que una variedad cumpla con estos requisitos y lleva un catastro de todas las variedades protegidas. Es información de libre acceso, cualquier persona puede entrar al sitio web del SAG y obtenerla. Dependiendo del tipo de planta, esta protección se entrega por un plazo no menor a los 20 años (25 años en el caso de árboles y vides).

Chile ya había firmado el acuerdo UPOV anterior, del año 1978, y la actual aprobación de la nueva versión de 1991 sólo incluye cambios menores. En lo medular, busca incentivar a los breeders (empresas, personas o instituciones) para que sigan generando nuevas variedades y potenciar la producción agrícola.

lunes, 16 de mayo de 2011

Inventando una enfermedad



        Como todas las actividades humanas, la ciencia también sufre muchas veces con las acciones inescrupulosas de algunos. A veces, un estudiante presionado por conseguir una posición académica puede llegar a inventar datos para poder publicar un artículo en una revista de alto impacto. O un Investigador que, agobiado por las expectativas y la gran inversión en su línea de investigación, manipula sus datos para obtener resultados cuando estos no se dan.

            Sin embargo, cuando el fraude científico tiene como motivo el enriquecimiento personal y genera un problema de salud pública, se convierte en un acto criminal.

            En 1998 la revista The Lancet, una de las más importantes en Biomedicina, publicó los resultados de un estudio realizado en Inglaterra por el Dr. Andrew Wakefield y su grupo. El trabajo resultó tremendamente impactante para los Ministerios de Salud de todo el mundo. Wakefield y sus colaboradores presentaban evidencia que establecía una correlación entre la vacuna viral triple (sarampión, rubeola y paperas) y una extraña enfermedad que incluía desordenes del comportamiento y problemas digestivos, bautizada por Wakefield como Enterocolitis Autística.

            Cundió el pánico en el mundo. Rápidamente aparecieron grupos de padres organizados que iniciaron campañas para que la gente no vacunara a sus niños y evitara el riesgo de contagiarlos con esta extraña y devastadora enfermedad. Este es el punto de partida para una campaña mundial en contra de la vacunación que sigue aún hoy, ya que rápidamente se esparció el temor de que otras vacunas también produjeran efectos negativos en los niños.

            A consecuencia de la gran incertidumbre producida, muchos laboratorios trataron de repetir los análisis de Wakefield. Pronto se estableció que algo andaba mal, ya que nadie lograba repetir sus hallazgos. Luego, llegó lo peor: un periodista inglés descubrió que, antes de que los resultados sobre la vacuna vírica triple estuvieran listos, el hospital en el que Wakefield trabajaba conversó con él sobre los beneficios económicos que tendría el generar una nueva vacuna triple, siempre y cuando la gente empezara a desconfiar de la vacuna existente. Además, se descubrió que muchos de los niños seleccionados para su estudio fueron escogidos de familias vinculadas a grupos anti-vacunación, que ya existían en el Reino Unido, por una firma de abogados que planeaba demandar a las empresas que fabricaban la vacuna y que además aporto con $25.000 libras para la realización de los análisis (unos $20.000.000). En paralelo, la esposa de Wakefield fundó una compañía que diseñaría una nueva vacuna y kits de diagnóstico para la enterocolitis autística. La publicación de esta investigación periodística terminó por dejar al descubierto el fraude.

            En 2007, el Consejo Médico General del Reino Unido comenzó una investigación formal contra Wakefield y su equipo. La conclusión fue que Wakefield actúo de manera poco ética y fraudulenta, inventando y manipulando los datos de su estudio. Por ejemplo, Wakefield analizó sólo 12 casos (numero ridículamente bajo para este tipo de estudios) e inventó los diagnósticos en 5 de estos casos.

Finalmente, la revista The Lancet, considerando esta apabullante evidencia, decidió retractar el artículo y eliminarlo de sus registros.

Evidentemente el estudio de Wakefield fue acompañado por una caída en la tasa de vacunación en el Reino Unido, lo que tuvo como consecencia un aumento en el número de casos de rubeola y varios niños murieron al no estar inmunizados. Sin embargo, a Wakefield sólo se le quitó su licencia médica y no fue a la cárcel. Se radicó en los EEUU, donde continúa ejerciendo como médico.
             
            Actualmente existen diferentes ONG alrededor del mundo que claman libertad para vacunar a los niños y están en contra de las campañas de salud pública de vacunación obligatoria. Muchas ofrecen charlas y libros. Claro que se venden a un buen precio, no se regalan. Si no, no es negocio. Los libros tienen lindas portadas y están firmados por doctores, como Wakefield. Todos traen un capítulo especial sobre el autismo y la vacuna triple. Ninguno menciona el fraude. Son mentirosos, pero no estúpidos.

miércoles, 4 de mayo de 2011

Frosty


             Siguiendo con la serie “Grandes Charlatanes”, quiero dedicar este post a uno que me ha brindado muchas alegrías últimamente: Masaru Emoto. La idea para escribir sobre él la saqué de un artículo de la revista Mundo Nuevo, que habla de las investigaciones de Emoto así: Gracias a las reveladoras investigaciones del Dr. Masaru Emoto, sabemos que el agua está viva y responde con el lenguaje propio de nuestras emociones, el agua nos muestra con sus cristales todo tipo de vibraciones que afectan sobremanera a nuestro mundo y sobre todo a nuestro cuerpo. Disiento.

            Masaru Emoto es graduado en Relaciones Internacionales y tiene un “doctorado” en Medicina Alternativa, grado que consiguió a través de un programa on-line dictado por la Universidad Abierta Internacional de la India (no acreditada, por si a alguien le interesa). El único requisito para hacer este doctorado, según la página de esta universidad, es (textual) “poseer un grado académico entregado por una Universidad auténtica

            El Sr. Emoto es conocido, por si no lo saben, por afirmar que si se le reza o habla al agua, o incluso si le escriben mensajes al recipiente que la contiene, cambia la forma de los cristales de hielo que se pueden obtener de esa agua. Así, los pensamientos como amor, paz o fraternidad hacen que los cristales de agua sean bellos, mientras que los pensamientos negativos, como odio, guerra y otros hacen que el agua produzca cristales de mala apariencia. El Sr. Emoto concluye que si los pensamientos positivos hacen mejor al agua, nosotros, que estamos compuestos por un 80% de agua, deberíamos experimentar lo mismo.

            Masaru Emoto ha demostrado esto experimentalmente, por supuesto. Esa es la gracia y por eso vende tantos libros y da conferencias pagadas por todo el mundo. Analicemos los experimentos del Sr. Emoto: el pone las leyendas en los frascos con agua (AMOR, ODIO, PAZ, GUERRA) y luego congela esa agua. Posteriormente, le pide a un fotógrafo que tome las fotos de los cristales más bonitos, en el caso de los frascos con las palabras AMOR y PAZ y que tomen las fotos de los cristales más feos en el caso de los frascos con las palabras ODIO y GUERRA. Sencillito. Y por alguna razón, la comunidad científica no le cree.

            Es evidente que un experimento de esta naturaleza no resiste análisis y la única manera de hacer una demostración experimental sería es a través de un ensayo doble ciego. Para esto son necesarias varias cosas, pero obviamente una de las más importantes es que los fotógrafos no sepan si están tomando las fotos del agua marcada con la palabra PAZ o bien si lo hacen con el frasco marcado con la leyenda ODIO. Sin embargo, el Sr. Emoto insiste en que el fotógrafo debe saber si está tomando las fotos de uno u otro frasco.

            En el año 2006, y luego de recibir las injustas críticas de la comunidad científica, el Sr. Emoto decidió hacer un experimento doble ciego: puso a 1.800 personas en Japón a enviar “vibras positivas” a dos botellas de agua mineral situadas en un edificio en California. Les mostró una foto de la botella y un mapa de Google Earth con la ubicación de las botellas. Los resultados de este crucial experimento fueron publicados en “Explore”, revista de la Ciencia y la Curación (no indexada, por si alguien está interesado en publicar ahí). En una escala de 1 a 6, donde 1 es un cristal muy feo y 6 un cristal muy lindo, el estudió indicó que el promedio de belleza de los cristales para los frascos “tratados” fue de 2,87 y para los frascos control de 1,88.

            Sin embargo, hay dos problemas con este resultado. Primero, se tomaron 24 fotos para el agua tratada y sólo 16 para el agua control. Segundo, nuevamente los fotógrafos sabían que agua estaban fotografiando y recibieron instrucciones respecto de las fotos que debían tomar. Para terminar con esta polémica, James Randi (el mago del caso de la memoria del agua, primer post de este blog) ofreció un millón de dólares si podían demostrar esto en un ensayo doble ciego real.

            Cuando se hizo el ensayo doble ciego de manera correcta se obtuvieron resultados totalmente opuestos a los del primer ensayo: los cristales más bellos fueron obtenidos de los frascos control, mientras que los frascos tratados obtuvieron un menor puntaje de belleza.

            Masaru Emoto en todo caso parece no haber sentido el golpe. Los dejo con el último post de su página web: “Agua de la Planta Nuclear Fukushima, lo sentimos mucho por haberte causado este sufrimiento. Por favor perdónanos. Te damos gracias, y te amamos.” Pueden decir a voz alta o en silencio. Repiten 3 veces juntando las palmas de sus manos ofreciendo su sincera oración. Con amor y gratitud, Masaru Emoto - Mensajero de Agua.

             Por cierto, James Randi ofreció durante años un millón de dólares a cualquier persona que demostrara, en un experimento controlado, tener poderes mentales de cualquier tipo. Nunca nadie respondió al desafío. Que raro ¿no?

lunes, 2 de mayo de 2011

Charlatán


(Del it. ciarlatano).
1. adj. Que habla mucho y sin sustancia. U. t. c. s.
2. adj. Hablador indiscreto. U. t. c. s.
3. adj. embaucador. U. t. c. s.
4. m. y f. Persona que se dedica a la venta ambulante y anuncia a voces su mercancía.

            He decidido honrar mi blog con una serie de artículos relacionados con algunas celebridades que he ido encontrando en mi camino. Ya he hablado del bueno de Jeffrey Smith, así que lo dejaré en paz, al menos por un rato (aunque debo reconocer que es mi favorito, para los que no lo conocen lean el post “Superman al rescate”). En esta ocasión les hablaré de mi más reciente descubrimiento: la Dra. Huda Clark.

            Se que muchos de mis lectores son unos ignorantes de primera, así que los iluminaré. La Dra. Huda Clark es la investigadora que descubrió la cura para el cáncer. Y cuando digo cáncer me refiero a TODOS los tipos de cáncer. Así que más respeto.

Huda Clark nació en Canadá, y según información extraída de su página web, hizo un doctorado en fisiología. Aparentemente estaba algo apurada, así que obtuvo su doctorado en sólo dos años. No hay lista de publicaciones científicas, excepto por sus siete libros de los cuales no me atrevería a calificar de científico a ninguno de ellos. La Dra. Clark hizo investigación independiente financiada con fondos del gobierno de los EEUU durante un tiempo, aunque por alguna razón se quedó sin fondos para seguir investigando. Dice en su página web que por esos años (1974) los fondos federales para investigación fueron eliminados y tuvo que dejar su posición en la Universidad de Indiana. No lo investigué, pero tengo la impresión de que SUS fondos fueron eliminados. Después de eso obtuvo su grado de Naturópata (que raro, el diccionario de Word no encuentra esa palabra…la voy a omitir, me niego a agregarla al diccionario) en la Universidad Clayton de Medicina Natural. Después de eso comenzaría su investigación independiente para curar primero enfermedades infecciosas y luego, el cáncer.

Su primer gran logro fue el desarrollo del zapper. Según información de su página web, “el zapper sirve para electrocutar patógenos” (sic). Inicialmente debía “sintonizar” el zapper para matar diferentes patógenos, pero su hijo le construyó uno portátil tan efectivo que funcionaba sin tener que sintonizar. O sea, una máquina para electrocutar de patógenos de amplio espectro. Posteriormente desarrollaría su instrumento más importante: el sincrómetro.

El sincrómetro es un aparato que sirve para hacer diagnóstico y tratamiento. Detecta el patrón de vibración de cada cosa dentro del cuerpo (un órgano, parásitos, tumores) y puede ser sintonizado a esa frecuencia para eliminarlos, en el caso de los patógenos o tumores. Este revolucionario equipo fue sometido a pruebas de laboratorio de manera independiente, pero todas ellas fracasaron. Según la página web de Huda, esto ocurrió por que su sincrómetro, construido en casa, “era demasiado preciso para los equipos de laboratorio convencionales” (sic).

Evidentemente Huda abrió una clínica que prometía curar cualquier tipo de cáncer. Entre sus pacientes estaba Mercedes Ponzarelli, a quien hace poco le habían diagnosticado un osteocarcinoma en la cadera. Sus médicos le pidieron iniciar lo antes posible la quimioterapia para poder reducir el tamaño del tumor antes de la extirpación quirúrgica. Era un tratamiento para el cáncer, pero no prometían curarla. En cambio, Huda Clark le prometió curarla del cáncer. Mercedes se puso en manos de Huda, quien primero le pidió que dejara su casa, ya que las cañerías eran de cobre y el agua de la casa estaba contaminada con cloro. Una de las hijas de Mercedes, preocupada por la decisión de su madre, la fue a ver para convencerla de dejar el tratamiento. La encontró viviendo en un motel recomendado por la clínica de Huda, le faltaban 10 dientes y le hacían beber agua de un pozo. Debía tratarse con tres instrumentos de Huda: el sincrómetro, el zapper y el ozonómetro. De todos los pacientes que vivían en el Motel, ninguno sabia como usarlos. Cuando le preguntó a su madre por que le faltaban dientes, esta contestó que Huda había detectado contaminación con Polonio y Uranio en uno de sus dientes, el que había contaminado a otras piezas dentales, por lo que las removieron. A pesar de todo, Mercedes siguió en este tratamiento hasta que Huda le comunicó que estaba curada. En cuanto salió del tratamiento de Huda, Mercedes fue llevada a un médico oncólogo. Tras los exámenes se encontró que el tumor había crecido y había hecho metástasis. Mercedes murió al poco tiempo, a los 66 años.

La página web de la Dra. Clark lamenta comunicar que Huda Clark murió el 3 de Septiembre de 2009, a la edad de 80 años. Sin embargo, dice la página, su legado a la humanidad quedará como reflejo de su entrega abnegada al conocimiento y a proveer una cura para el cáncer, a pesar de los injustos ataques de “enemigos profesionales y agentes del gobierno”.

jueves, 14 de abril de 2011

El teléfono


            Espero no equivocarme si digo que todos, el menos una vez, jugamos al teléfono. El juego es muy sencillo: alguien le dice un mensaje en voz baja a su compañero y este debe escuchar el mensaje y transmitirlo a un segundo compañero de la manera más fidedigna posible hasta llegar al último participante. Al final, este último debe decir el mensaje que escuchó: el resultado siempre es hilarante. Evidentemente existe una relación directa entre el número de participantes y lo divergente del último mensaje. 
            Les cuento esto por que, como ya saben, he aprovechado mi tiempo de licencia médica para estudiar el tema de los transgénicos, la legislación chilena y las últimas publicaciones al respecto. Haciéndolo, he encontrado una enorme similitud entre el juego del teléfono y la postura de quienes atacan a los cultivos transgénicos.

            Tomemos como ejemplo el último trabajo científico que han usado estos grupos como caballito de batalla: “Genetically modified crops safety assessments: present limits and possible improvements” una revisión de Séralini y colaboradores (Environmental Sciences Europe 2011, 23:10).

El trabajo revisa en 10 páginas todos los artículos publicados en donde se han detectado daños en diferentes sistemas modelo: células en cultivos, embriones y ratones. En total se mencionan 19 trabajos (no cientos, como argumentan los grupos anti-transgénicos) y de ellos, sólo en 7 se habrían encontrado diferencias significativas según este estudio (5 de estos trabajos involucran a un mismo grupo de autores)

            Aquí empiezan los problemas. Viene el líder del movimiento anti-transgénicos, lee el resumen y postea “nueva y sólida evidencia científica confirma que los transgénicos son tóxicos”. De ahí en más el mensaje se distorsiona cada vez que es re-posteado, hasta terminar en un “todos moriremos”.

            Como nosotros somos más curiosos, leemos el resumen. Pero también la revisión. Y también los trabajos que cita la revisión. Y ahí queda claro que los autores de la revisión tampoco leyeron bien los trabajos que ellos mismos citan. Y vamos jugando al teléfono. Algunos ejemplos de los trabajos citados en la revisón:

14. Zhu Y, Li D, Wang F, Yin J, Jin H: Nutritional assessment and fate of DNA
of soybean meal from roundup ready or conventional soybeans using rats. Arch Anim Nutr 2004, 58:295-310.
La frase final del resumen de este trabajo es “No adverse effects of glyphosate-tolerant soybean meal on rats were seen even at levels as high as 90% of the diet.” No es necesario hacer más comentarios.

15. Vecchio L, Cisterna B, Malatesta M, Martin TE, Biggiogera M: Ultrastructural analysis of testes from mice fed on genetically modified soybean. Eur J Histochem 2004, 48:448-454.
Los autores analizan el tejido testicular de ratones alimentados con Soya transgénica, ya que este tejido ha sido usado previamente como biomarcador de contaminación por toxinas. Se detectan diferencias temporales en ciertos marcadores moleculares usando una técnica de inmunoelectromicroscopía, técnica poco apropiada para un estudio de esta naturaleza. Además, detectan alteraciones (aumento de tamaño) en el retículo endoplásmico liso en las células de Sertoli y una disminución en la densidad (número/área) de los poros nucleares. Su hipótesis es que trazas del herbicida podrían causar los efectos observados, en ningún momento mencionan como posible causa a la soya transgénica.

16. Kilic A, Akay MT: A three generation study with genetically modified Bt corn in rats: biochemical and histopathological investigation. Food Chem Toxicol 2008, 46:1164-1170.
La frase final del resumen de este trabajo es “No statistically significant differences were found in relative organ weights of rats within groups but there were some minimal histopathological changes in liver and kidney. Changes in creatinine, total protein and globulin levels were also determined in biochemical analysis” No es necesario hacer más comentarios.

17. Malatesta M, Caporaloni C, Gavaudan S, Rocchi MB, Serafini S, Tiberi C,
Gazzanelli G: Ultrastructural morphometrical and immunocytochemical analyses of hepatocyte nuclei from mice fed on genetically modified soybean. Cell Struct Funct 2002, 27:173-180.
Se detectaron diferencias mínimas (p>0,05) en algunas características histológicas de los núcleos en hepatocitos de ratones alimentados con Soya GM, usando microscopía electrónica y muestras fijadas en formaldehído (no es la mejor estrategia experimental para estos análisis). Entre las anomalías detectadas hay un aumento en la densidad (número/área) de los poros nucleares (exactamente lo contario que el trabajo de la referencia 15, del que Malatesta también es co-autor). En el caso de las enzimas hepáticas, se detectaron diferencias entre ambos grupos de ratones, pero no correlación entre estas diferencias. Por ejemplo, a los 5 meses el nivel de una enzima era mayor en el grupo control, pero a los 8 meses era mayor en el grupo alimentado con Soya GM.

Para terminar, la guinda de la torta. Hay una empresa farmacéutica francesa llamada Sevene PHARMA que vende un antídoto natural contra los efectos de los transgénicos. El asesor científico de esta empresa es Séralini, el autor de la revisión. Divertido ¿cierto?

miércoles, 13 de abril de 2011

Superman al rescate


Investigando y leyendo acerca del proyecto de ley sobre transgénicos que se debatirá en el Congreso, me tope con un libro que me dejó perplejo. Se titula Genetic Roulette (Ruleta Genética) y está escrito por Jeffrey Smith. Es uno de los libros anti-transgénicos más vendidos en el mundo y se supone que entrega, de manera abordable, un resumen de la evidencia científica existente acerca de los daños que producen los transgénicos en animales y, por lo tanto, los potenciales daños a la salud humana. Analizaremos brevemente este libro.

Primero, la portada. Aparece la imagen de una ruleta donde, en vez de números, están los males que pueden acarrear los transgénicos: esterilidad, mortalidad infantil, alergias, defectos en órganos y enfermedades en los niños. En la contraportada: enfermedades crónicas, disfunción del sistema inmune, inflamación y muerte. No dan muchas ganas de jugar a la ruleta.

Segundo, el autor. Jeffrey Smith no es un aparecido en el mundo de la divulgación científica. No. Es el segundo libro de este profesor…de swing. Además del baile, Jeffrey tiene otro talento: puede volar. Si, Jeffrey Smith medita, entra en trance y luego comienza a levitar. Además es el Director Ejecutivo del Institute for Responsible Technology, fundado por él mismo (si a alguien le interesa, recibe donaciones en dinero).

Tercero, el contenido. El bueno de Jeffrey nos ahorró la dura tarea de leer muchos reportes científicos y los resumió para nosotros, encontrando evidencia de 65 riesgos para la salud. Evidencia irrefutable según el sitio web de Jeffrey.

Cuarto, el problema. El libro de Jeffrey, que pretende ser un compendio de literatura científica, está plagado de errores. En este punto es importante aclarar que cuando un investigador quiere publicar sus hallazgos, envía un escrito informando sus resultados a alguna revista científica. Un editor lo lee y, dependiendo del tema del trabajo, lo envía a 2 o 3 científicos que trabajan en esa misma área para que den una visión crítica del manuscrito. Si todos los revisores consideran que el trabajo es bueno, que los experimentos están bien hechos y que lo que el trabajo pretende demostrar está respaldado por la evidencia experimental entregada, entonces el artículo es publicado por la revista. Este proceso recibe el nombre de revisión por los pares (peer review) y es la forma que tienen todas las revistas de escoger los artículos que publicarán. Todas las revistas serias al menos. Es importante aclarar esto por que el libro del Sr. Smith no pasó por un comité de revisores. Sencillamente nadie sabe la calidad de su trabajo (que era leer, resumir e interpretar). Bueno, nadie sabía.
Dos investigadores (que no saben bailar swing ni tampoco pueden volar, pero que si tienen un doctorado en ciencias) se abocaron a la tarea de revisar el libro de Jeffrey. Y no le fue muy bien.
No voy a entrar en detalles, sólo quiero dar un par de ejemplos.

En una parte de su libro, el Sr. Smith comenta un artículo científico donde se describe el caso de ratones alimentados con papas transgénicas (Bt) y como esos ratones sufrieron alteraciones en el intestino. Eventualmente tales alteraciones podrían aparecer también en humanos.
El problema es que el estudio no usó papas transgénicas, si no que papas silvestres suplementadas con un extracto proteico crudo preparado de una cepa no caracterizada de Bacilus thuringesis. Como el Sr. Smith no es experto en la materia, desconoce que los extractos bacterianos crudos están llenos de toxinas y es imposible atribuir el efecto observado a la proteína Bt presente en el extracto. Además desconoce que la proteína Bt si es segura y ha sido usada por décadas como insecticida natural, incluso entre los agricultores “orgánicos”.

En otra parte de su libro, el Sr. Smith resume un artículo donde se encontró que las bacterias del tracto intestinal humano contenían el gen de resistencia a glifosato, y que esas bacterias de hecho podían ser crecidas en un medio de selección suplementado con glifosato. El Sr. Smith se muestra muy preocupado por la capacidad de las bacterias de incorporar estos transgenes.
El Sr. Smith desconoce que las bacterias no sólo incorporan transgenes. Son máquinas de incorporar DNA. Es su manera de evolucionar. No es que los transgenes tengan algo en particular que los hace terminar en las bacterias. Pero más aún, en el estudio mencionado se encontró un pedazo del gen de resistencia a glifosato, el que evidentemente no es funcional (es un trozo del gen, sin promotor ¿sabrá el Sr. Smith lo que es un promotor?). Y por cierto, nunca se seleccionaron bacterias en un medio suplementado con glifosato ¿Por qué el Sr. Smith, que habla inglés, entendió tan mal el artículo? En muchos pasajes de su libro describe hechos que jamás se mencionan en los artículos que cita.

Todas y cada una de las afirmaciones que hace el Sr. Smith en su libro fueron desmentidas cuando se analizó correctamente la información citada por él mismo. Todas.

Lo más patético: un proyecto de ley iniciado por una moción de un parlamentario chileno que repite parte importante del contenido del libro de Jeffrey Smith, incluyendo el ejemplo de las papas Bt. Más patético aun. Una parte del proyecto de ley dice (textual): “El glifosato provocó un retraso en el desarrollo del esqueleto fetal en ratas de laboratorio [83].” No existe bibliografía en el proyecto y la única referencia mencionada es la 83. Asumo que el número 83 corresponde entonces a una referencia del escrito original, copiado y pegado en el proyecto de ley desde alguna página web. Ya saben de quien hablo ¿verdad? Si fuera alumno mío le pongo un 1, por plagio.

Infórmese con quienes saben. Si quiere saber de plantas transgénicas y OGM, hablen con un biólogo molecular de plantas. Si quiere bailar swing (o aprender a volar), busque a Jeffrey.

lunes, 11 de abril de 2011

La cosa más dulce

Muchas veces escuché decir que “todos los grandes descubrimientos científicos se hacen por error”. La frase, si bien injusta, se basa en algunos ejemplos históricos notables, como el de los rayos X. Sin embargo, el caso de los endulzantes artificiales es insuperable: todos fueron descubiertos por error. La historia tras estos descubrimientos nos enseña dos cosas muy importante acerca del trabajo en laboratorio: lavarse las manos después de un día de trabajo y escuchar con atención las instrucciones del jefe.

            La sacarina fue el primer endulzante artificial comercializado en el mundo. Fue descubierto en 1878 por el químico Constantin Fahlberg mientras trabajaba en el laboratorio de Ira Remsen, en la Universidad Johns Hopkins. Ira Remsen era una eminencia: fundó el Departamento de Química en Johns Hopkins y creó la revista American Chemical Journal, de la cual fue editor por 35 años. Constantin Fahlberg venía llegando como post-doc al laboratorio de Remsen y estaba trabajando en derivados oxidados del alquitrán. A sugerencia de Remsen, Fahlberg realizó algunos experimentos y al cenar esa noche en su casa sintió un extraño sabor dulce en el pan, que luego se tornó amargo. Como su esposa no sintió lo mismo supuso que se había contaminado las manos con alguno de los compuestos que había estado sintetizando en el laboratorio. Al día siguiente, valiente él, se dedicó a probar los compuestos sintetizados hasta que dio con el que tenía un fuerte sabor dulce. Rápidamente se dio cuenta del potencial comercial de su descubrimiento accidental. Tiempo después, trabajando en Nueva York, patentó a su nombre el proceso de fabricación, causando la ira de Ira (que irónico, ¿no?) Durante la primera guerra mundial y debido a la escases de azúcar, Fahlberg se hizo millonario con la sacarina, la que dejó un amargo sabor a Remsen.

Remsen se convertiría más tarde en el segundo presidente de la Universidad Johns Hopkins y murió en 1927. Sus cenizas fueron depositadas bajo una placa conmemorativa en el Hall que lleva su nombre y es la única persona enterrada en el campus. Cuenta la leyenda que la noche anterior al examen de química, quienes tocan esa placa, aprueban.

            Debido a que la forma ácida de la sacarina es poco soluble en agua, ésta se comercializa como sal sódica. En los años 70s se publicaron varios estudios que relacionaban el consumo de sacarina con cáncer de vejiga en ratones. Esto hizo que la sacarina fuera prohibida en gran parte del mundo. Sin embargo, asociaciones de diabéticos en los Estados Unidos presionaron para generar una moratoria a la prohibición de la producción y venta de sacarina, logrando que se comercializara con una advertencia acerca de los efectos cancerígenos detectados en ratones.
 Más tarde se demostró que la vejiga de los ratones sufría un proceso inflamatorio al consumir grandes dosis de sacarina y que la respuesta para reparar este daño producía hiperplasia de la vejiga. Lo más importante fue que se descubrió que las altas dosis de sacarina de sodio ingeridas por la ratas en estos experimentos terminaban por generar cristales de sodio en la vejiga y, por lo tanto, no era la sacarina la responsable ni de la inflamación y de los efectos cancerígenos, sino que el sodio utilizado para hacerla soluble. Actualmente varios países han levantado la prohibición de venta a la sacarina, que es sin dudas el edulcorante al que se le han hecho más estudios científicos.

El ciclamato (1937) fue descubierto por Michael Sveda, un descuidado estudiante de pregrado que dejo un cigarrillo sobre el mesón mientras trataba de sintetizar un medicamento contra la fiebre. Cuando se llevó el cigarrillo a la boca sintió un fuerte sabor dulce. Algo similar ocurrió con el aspartamo (1965) y el acesulfamo de potasio (1967) cuando James Schlatter y Karl Clauss, respectivamente,  lamieron sus dedos para tomar una hoja de papel mientras trabajaban en la síntesis de diferentes compuestos y sintieron un fuerte sabor dulce.

El caso de la sucralosa es particularmente insólito. En 1976 la compañía química Tate & Lyle estaba tratando de generar compuestos derivados de la sacarosa que pudieran ser usados en procesos industriales de síntesis química. Para esto, contactaron a la investigadora Leslie Hough del Queen Elizabeth College de Londres (ahora parte del King's College). 
El joven químico Indio Shashikant Phadnis estaba trabajando en el laboratorio de Hough con derivados halogenados de la sacarosa. Una tarde de verano, mientras Phadnis trabajaba con los derivados clorados, su jefa le dijo “test it” (ensáyalo), pero Phadnis entendió “taste it” (pruébalo) y, obediente él, se untó el dedo en el compuesto y se lo llevó a la boca ante la estupefacta mirada de su jefa (no sé en que estaría pensando Phadnis, pero de buenas a primeras no me atrevería a comer ningún derivado clorado de nada)
           La sucralosa se vende bajo el nombre comercial de Splenda y es unas 600 veces más dulce que la sacarosa. Como es estable a altas temperaturas puede ser usado para cocinar y casi no es absorbido por el organismo. Sweet!