jueves, 7 de abril de 2011

Dime lo que tomas (y te diré lo que padeces)

      Tengo insomnio. Tanto insomnio que hace días no logro dormir. Así que tomo la bolsa de café molido y pongo una generosa porción en la cafetera. Agrego agua y espero a que el aroma del café indique que ya tengo una taza de mi brebaje favorito, listo para neutralizar este ataque de insomnio.

      En este punto deben estar pensando que me volví loco ¿Café para el insomnio? Es como apagar un incendio con bencina. Pero bueno, no se alarmen. No es que vaya a tomar café. Diluiré mi café con agua hasta tal punto que, al final, lo que me tomaré no tendrá ninguna molécula de cafeína ¿Están enfermos del estómago? Coman ciruelas crudas, de preferencia verdes ¿Tienen dolor, hinchazón y enrojecimiento? Tomen veneno de araña.  Claro que antes de hacerlo deben diluir estas sustancias hasta el punto en que no hay absolutamente nada más que agua en el preparado.

      Lo que acaban de leer es una descripción más o menos precisa de los fundamentos de la homeopatía (del griego homoios, similar y pathos, sufrimiento), disciplina creada por el químico y médico alemán Samuel Hahnemann (1755-1843), en una época en la que la medicina era más un arte que una ciencia. La homeopatía propone que las dolencias que padece una persona pueden ser contrarrestadas por sustancias que producen esas mismas dolencias en personas sanas, como lo establece claramente su principal axioma: similia similibus curantur (lo similar se cura con lo similar).

      La homeopatía presenta varios desafíos. El más evidente: un grupo de voluntarios sanos debe probar sustancias tóxicas, venenos, preparados, sales y medicinas para verificar que es lo que pasa al ingerir grandes dosis de estos compuestos. Bueno, dosis no tan grandes, ya que deben ser capaces de describir todos los síntomas asociados a la ingesta de esa sustancia. Síntomas físicos, emocionales y mentales. Así que no pueden darse el lujo de morir en el intento. Este compendio de síntomas asociados a sustancias recibe el sugerente nombre de Materia Médica Pura.

      Luego de identificados los síntomas que produce una sustancia hay que hacer el preparado. En este punto la estrategia es apabullantemente sencilla: diluir en agua pura la sustancia hasta el punto en que no hay absolutamente nada más que agua. Luego, diluir un poco más. Bueno, para ser justos, no es llegar y diluir. Se debe seguir un protocolo claramente establecido: agitar vigorosamente la dilución al menos unas diez veces para transmitir el “espíritu” de la sustancia al agua. Esta agitación vigorosa se conoce con el nombre de “sucusión” y junto con la dilución producen el proceso de “dinamización” del agua. Esto es clave para la acción del preparado.

      En Chile los preparados homeopáticos gozan de gran popularidad. Tomemos por ejemplo el Nux Vómica 200C, indicado para estrés, irritabilidad, impaciencia, intolerancia a ruidos y olores, insomnio, cefalea, espasmos, dispepsia, dolor abdominal y lumbar, acidez y vómito violento (en este punto no puedo dejar de pensar en los voluntarios que contribuyeron a la inclusión de Nux Vómica en la Materia Médica Pura).  La clave es el numero después del nombre. 200C quiere decir que el principio activo puro (conocido como Tinta Madre) es diluido 1:100 (dilución centesimal, de ahí la C), agitado (dinamizado) y luego diluido 199 veces más, hasta llegar a la dilución 200. Si aplicamos matemática y asumimos que Avogadro está en lo correcto, hay UNA molécula de principio activo por cada 1x10E400 (un 1 seguido de 400 ceros) moléculas de agua. Para que se hagan una idea, se estima que en el Universo hay 1x10E80 átomos. Es decir, una dilución 200C sobrepasa largamente el límite de dilución del Universo entero. Lo más insólito es que los preparados homeopáticos más potentes son aquellos más diluidos.

      En la actualidad la homeopatía es parte de los planes de salud de algunos países, pero ha sido vetada en otros. La Cámara de los Comunes en Inglaterra declaró que los preparados homeopáticos no son medicina y por lo tanto ya no están cubiertos por el sistema de salud (en Inglaterra se gastan al año unos 4 millones de libras en ellos; unos 3.200 millones de pesos chilenos).
      Varios estudios clínicos se han realizado para estudiar el efecto de los preparados homeopáticos. La conclusión es que en los casos que se ha reportado una mejoría de los síntomas se trata del efecto placebo. El punto es que un frasco de Nux Vómica cuesta dinero y no trae nada más que talco, almidón o lactosa. No hay nada en esas tabletas que pueda remotamente curar alguna dolencia.

      Tengo sueño. Tanto sueño que no puedo mantenerme despierto. Así que tomo la bolsa de café molido y pongo una generosa porción en la cafetera. Agrego agua y espero a que el aroma del café indique que ya tengo una taza de mi brebaje favorito, listo para neutralizar este ataque de sueño. Mejor así ¿no?

1 comentario:

  1. Kamila Fernandez7 de abril de 2011, 7:48

    osea en conclusión, la gente que se mejora con homeopatía tiene un poder mental muy alto. Esto debe ser lo mismo que producen las flores de bach y otros productos alternativos. Si uno logra controlar este núcleo accumbens del cerebro podría mejorarme de muchísimas cosas?
    osea los anticuerpos están conectados con esta parte del cerebro, "lo manejamos con la mente"....

    ResponderEliminar